domingo, 5 de junio de 2016

TURRUNCÚN.



En plena sierra de Préjano, en La Rioja Baja, entre las localidades de Arnedo y Cornago, se elevan sobre un montículo a los pies de la LR-123 las ruinas de Turruncún. Al despoblado se puede acceder desde la carretera aunque es más recomendable hacerlo desde un pista que parte desde las afueras del pueblo y que lleva a una área recreativa con mesas y barbacoas cubiertas.
 
Desde allí es mas sencillo acceder al núcleo urbano ya que la naturaleza ha tomado las calles y por la otra ruta es mas difícil acceder debido a las zarzas y arbustos que bloquean el paso.
 
Logró salir indemne de un terremoto en el año 1929 que tuvo su epicentro bajo su subsuelo y de los envites de la guerra civil unos años mas tarde. Sin embargo como muchos pueblos riojanos y soriano no puedo sobrevivir a los efectos de la reconversión industrial de los años 60 y 70. Sus habitantes tuvieron que abandonar sus hogares en busca de una vida mejor que podían encontrar en otras como Pamplona, Logroño o el cercano Arnedo que a solo 9 km vivía tiempos de esplendor gracias a la industria del calzado.






 
A finales del siglo XIX llegó a tener 300 habitantes sin embargo hoy en día los únicos edificios que continúan en pie son la iglesia con su torre de estilo mudéjar y el edificio de las escuelas, que fue el último en construirse, en la década los 60 y no llegó siquiera a utilizarse, para entonces Turruncún ya había iniciado un camino sin retorno hacia su despoblación.
 
Como se puede apreciar en las fotos, de las casas, algunas de grandes dimensiones, únicamente quedan en pie parte de sus  muros.
 
En el año 1975 se despobló totalmente y se anexionó a Arnedo. El Icona compró los terrenos rusticos para facilitar la repoblación de pinos y años antes había prohibido el pastoreo de cabras y ovejas por este mismo motivo.
 




 
Según el diccionario Madoz en 1845 contaba con 70 casas y en su escuela estudiaban 28 alumnos. El agua era de excelente calidad y se obtenía de un pilón que servía de también de lavadero. Sus habitantes vivían de la agricultura de secano, especialmente trigo, cebada, centeno, avena y de regadío como patatas, garbanzos y judías. También contaba con abundantes pastos en los que se criaban ovejas y cabras. Contaba con abundante caza, especialmente liebres, perdices y zorros.
 
Contaba con una mina de lignito y un telar además de una tienda en la que se podían encontrar los productos que no se producían en el pueblo.
 
 






 
La iglesia es el edificio que mejor a resistido los envites del tiempo, sin embargo se encuentra en avanzado estado de deterioro y como tantos otros templos de despoblados ha sufrido los efectos del vandalismo. El suelo se encuentra levantado y pueden observarse restos de huesos de las personas que se encontraban enterradas allí y numerosos grafitis.
 




 
A las afueras del pueblo junto al área recreativa nos encontramos los restos de la ermita de Las Vírgenes, totalmente arruinada y de la que únicamente quedan en pie sus sólidos muros.
 





 
Desgraciadamente Turruncún no volverá a tener vida, sus casas están totalmente arruinadas y a pesar de contar con buenas comunicaciones que le conectan con el cercano Arnedo y de la belleza de su entorno la falta de agua corriente y de luz no permiten augurar un futuro a este hermoso despoblado. Sus terrenos tampoco pueden ser utilizados para la agricultura o la ganadería ya que pertenecen al Icona.

Mientras los restos de sus muros aguantes seguirán dejándonos esa imagen fantasmal que sobrecoge cuando se recorre la LR-123 desde Cornago hacia Arnedo.

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