Enclavado en el hermoso y agreste valle de Manzanedo, forjado por el río Ebro entre los desfiladeros de Los Hornos de Tudanca y los Hocinos, en la comarca de las Merindades, el Monasterio de Santa María de Rioseco resiste a duras penas el paso del tiempo. A tan solo 5 km de él se encuentran San Martin del Rojo y Quintana del Rojo, sobre los que tuvo gran influencia, a los que ya hemos dedicado otras entradas en este blog y que como él han sido durante mucho tiempo condenados al abandono.
En el siglo XIV, época en la que vivió su máximo esplendor fue un importante patrimonio del cister y ejerció su dominio sobre gran parte del norte de burgalés. Fue un centro de renacimiento cultural que conjugaba la proyección espiritual y la transformación político-social, llegando a crear una explotación agrícola modélica que introdujo en valle los cultivos de trigo, vid, lino y frutales.
Afortunadamente y a
pesar de la desidia de las administraciones por proteger el patrimonio
cultural, gracias a la acción de la asociación Salvemos Rioseco, se han
realizado labores de consolidación y limpieza que han permitido parar su proceso
de degradación. La asociación realiza además interesantes visitas guiadas y
tiene una web donde se puede realizar una visita virtual que seguramente os
anime a acercaros a visitarlo en persona.
Cuando lo visitamos,
en el año 2008, todavía no habían comenzado este trabajo y lo vimos totalmente
colonizado por la naturaleza. Desde la distancia la visión de una espadaña erguida entre la maleza no permite imaginar el tesoro que se encuentra escondido entre las misma.
La parte más antigua
es la iglesia, de origen gótico, tiene todos los elementos característicos
de la arquitectura cirtercienses, entre ellas la sobriedad ornamental. Se
iluminaba a través de una ventanal apuntado que estaba en la cabecera y de las
ventanas que estaban en el lado sur.
Tras una etapa de
crisis en el siglo XV, en el siglo XVI y XVII vuelve a tener una época de
florecimiento en la que construye la sala capitular de estilo renacentista y el
claustro de estilo barroco.
En el siglo XIX se
inicia la decadencia del cenobio. Durante la guerra de la independencia es tomado por los franceses y los monjes son expulsados. En el año 1814,
con la restitución como monarca de Fernando VII, los monjes vuelven a recuperar
el monasterio.
En 1835, con la
desamortización de Mendizábal, el monasterio fue expropiado y salió en subasta
pública. La subasta fue declarada desierta ya que nadie lo adquirió. Finalmente, años después, fue adquirido por el comisario provincial de la subasta que cedió la iglesia al arzobispado. Comenzó entonces un periodo de desidia, olvido y expolio que le han llevado a la situación en la que muestran las fotos.
Afortunadamente gracias a la acción de la asociación salvemos Rioseco se está revertiendo esta situación.

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