El valle de la Garcipollera se encuentra la comarca oscense de la Jacetania. Acín era uno de los seis pueblos que existían en este hermoso valle hasta los años 50. A pesar de encontrarse a más de 40 kilómetros de Yesa su destino quedó marcado para siempre por la construcción del embalse convirtiéndose el valle de la Garcipollera en otra víctima más de su construcción junto con Ruesta, Tiermas y Escó.
En el caso de Acín y del resto de los pueblos del valle, el motivo de su expropiación fue la repoblación forestal para evitar que el río Ijuez vertiera sedimentos al río Aragón que pudieran colmatar el vaso de la presa. La expropiación supuso que 400 personas tuvieran que abandonar el valle y un total de 1600 personas tuvieron que abandonar sus hogares como consecuencia de la construcción del embalse.
La entrada del valle se encuentra en Castiello de Jaca, a solo 7 km de la capital de la Jacetania, donde el río Ijuez vierte sus aguas al río Aragón. Contaba con seis pueblos: Yosa, Bergosa, Bescós, Villanovilla, Acín y Larrosa.
Villanovilla y Bescós son los únicos pueblos que han sobrevivido, el primero ha sido reconstruido y cuenta con un albergue y varias viviendas dedicadas al turismo rural, en el segundo se ha creado la mayor granja experimental del Centro de Investrigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón y se han habilitado viviendas para los cuidadores de la granja y para los científicos que allí realizan sus investigaciones.
El resto de los pueblos del valle están totalmente derruidos y la naturaleza a vuelto a recuperar el espació que el hombre un día le arrebató. Este espació habitado desde la antigüedad, como muestra la iglesia de Santa María de Iguacel construida en el 1070 en el fondo del valle y autentica joya del románico, tiene hoy como únicos habitantes a más de 1000 ciervos, que fueron introducidos para crear en el valle una coto cinegético.
Para llegar a Acín de Garcipollera debemos tomar la carretera que lleva desde Castiello de Jaca hasta Villanovilla, allí tomaremos una pista a mano izquierda que lleva hasta la iglesia de Santa María de Iguácel. Siguiendo la pista, en el fondo del valle nos encontraremos con la silueta de la Iglesia de Acín.
Según el diccionario Madoz contaba con 9 casas y 56 habitantes en 1850. Según describe sus terrenos eran de mediana calidad y poco fértiles a pesar de contar con abundante agua de riego. Sus habitantes se dedicaban al cultivo de trigo, cebada, avena, hortalizas, legumbres y patatas para el autoconsumo. La ganadería era escasa principalmente lanar y cabrío.
Para complementar sus actividad se dedicaban a la producción de carbón vegetal, lo que poco a poco iba minando la extensión del bosque.
El edificio mejor conservado es la iglesia parroquial de San Juan Bautista. Se comenzó a construir a mediados del siglo XI con técnicas del románico lombardo, a base de sillarejos alargados y estrechos. Sin embargo el lado sur de la cabecera está construido con sillares mayores y mejor trabajados según la técnica del románico protojaqués.
La iglesia originalmente fue de nave única, sufriendo posteriormente diversas transformaciones. Posteriormente le fue añadida un segunda nave en el costado sur que comunicaba con la original a través de dos grandes vanos de medio punto apeados en columna. La torre fue añadida en el siglo XVII.
Al templo se accede a través de los restos de dos puertas y un atrio que van a dar a la nave sur. En el lado norte hay una capilla que se encuentra también arruinada. Las cubiertas de la nave han desaparecido pero debieron de ser de madera a dos aguas.
La bóveda de la cabecera es apuntada, lo que data su construcción a principios del siglo XIII, probablemente debido a un derrumbe de la bóveda inicial. El estado actual del templo amenaza ruina total, los sillares del ábside se encuentran desplazados hacia el interior y por sus grietas corre el agua y crece la vegetación.
No parece que Acín vuelva a recuperar la vida que un día tuvo, esperemos que por lo menos las administraciones competentes realicen las acciones necesarias para salvar la iglesia de su derrumbe evitando que se pierda para siempre este importante patrimonio cultural que nos legaron nuestros antepasados.
Desgraciadamente parece que la despoblación del valle de la Garcipollera fue en vano toda vez que en la actualidad existe un proyecto de recrecimiento del embalse de Yesa porque los sedimento han colmatado la presa. Este proyecto supondrá la desaparición del núcleo urbano de Sigüés y del espacio productivo y vital de Artieda y Mianos. Esto supondría añadir otras 400 personas, a las 2000 que tuvieron que abandonar de manera forzosa sus tierras desde el año 1959.
Supondría además anegar parte del Camino de Santiago e importantes monumentos románicos existentes en la zona. Todo ello a pesar que las obras han puesto en peligro la cimentación de la presa y han originado grietas que ponen en serio peligro a las poblaciones que se encuentran aguas abajo del embalse.
NO MAS SUEÑOS BAJO LAS AGUAS.
YESA NO.
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