domingo, 4 de octubre de 2015

EMBALSE DEL EBRO.

 


Uno de los motivos más tristes por los que se tiene que abandonar un pueblo es la construcción de un embalse. Los pueblos son expropiados a sus habitantes que tienen que dejar sus casas y sus formas de vida de forma involuntariamente. En España se calcula que hay aproximadamente 500 pueblos despoblados por la construcción de pantanos. Algunos de ellos están sumergidos bajo las aguas para siempre, otros emergen en época de sequía, algunos han vuelto a la vida ya que el embalse sólo cubrió sus tierras de cultivo. También existen valles enteros cuyos pueblos fueron expropiados a pesar de que el embalse se encontraba a más de 40 km como es el caso del valle de la Gacipollera en Huesca, que fue expropiado por el ICONA para repoblarlo forestalmente y así evitar la excesiva colmatación que se estaba produciendo en el embalse de Yesa por los sedimentos que vertía el río Ijuez. Mención aparte merece el caso de Jánovas, pueblo expropiado y dinamitado para la construcción de un embalse que nunca llegó a realizarse.

Hoy vamos a dedicarle la entrada a los pueblos desaparecidos por la construcción del Embalse del Ebro.  Se encuentra entre las provincias de Santander y  Burgos, concretamente entre las comarcas de Campoo-Los valles y Las Merindades.  En el momento de su construcción fue la obra hidráulica mas importante que se había realizado en España.




Se comenzó a planificar su construcción al inicio del siglo XX, con la finalidad de regular el cauce del Ebro con la vista puesta en las zonas de regadío existentes en la Rioja, Navarra y Aragón. Para ello se eligió inundar una rica zona de pastos dedicada a la ganadería, especialmente de caballar y vacuno. El embalse se abastecería de los ríos Ebro e Izarrilla en la parte cántabra y del río Virga en la parte burgalesa.

En la zona estaba también instalada una importante industria dedicada a la producción del vidrio que daba trabajo a 1000 obreros que se vería seriamente afectada por la construcción del embalse.

Bajo sus aguas desaparecerían íntegramente las localidades de Medianedo, La Magdalena, Quintanilla y Quintanilla de Bustamante y otros serían parcialmente afectados. También desaparecerían pastos y tierras de labor muy fértiles.

Como compensación se prometió a los habitantes de la zona que se construirían viviendas para los afectados, se instalarían industrias en la zona, se construiría un ramal del tren minero de la Robla que llegaría hasta Reinosa y un sistema de transporte mediante embarcaciones que uniría las dos orillas del embalse. Sin embargo desgraciadamente para ellos estas medidas nunca se materializaron, cosas del régimen.
 





Las obras comenzaron en el año 1921 y se prolongaron hasta el año 1945, siendo finalmente inaugurado el embalse en el año 1952. La presa tiene una altura de 26 metros y es de planta curva. Fue construida por presos políticos republicanos. El ministerio de Obras Públicas dio orden de desalojar los pueblos a la fuerza el 31 de marzo de 1947 y a pesar de que los vecinos resistieron, las compuertas finalmente se cerraron y tuvieron que desalojar sus casas cuando el agua las alcanzó.
 
Entre las poblaciones de  Arija y Población de Yuso, se construyó un puente que se derrumbó poco después de la inauguración del pantano y que nunca fue reconstruido. Numerosas industrias de la zona tuvieron que cerrar porque habían aumentado enormemente los costes de explotación por los cambios que había producido la construcción del embalse como la Vidriera  Reinosana, las minas de la "Cantabrica", las tierras refractarias  de la "Sociedad Arístegui y Castillo", los "Charbonnages de Renedo" y la "Cristalería Española" de Arija.
 
Los habitantes de la zona tuvieron que emigrar a Bilbao, Santander o Avilés. Especialmente curiosa fue la emigración a esta última ciudad. Se calcula que más de 5000 personas abandonaron Arija a comienzo de los años 50 rumbo a Avilés, ciudad a la que se trasladó Cristalería Española, que llevaba instalada en Arija desde el inicio del siglo.  Se calcula que entre el 20 y el 30 por ciento de la población de Avilés puede descender de emigrantes de la comarca de Arija.
 
 
 

 
 


Uno de los vestigios más representativos de la vida que en otra hora tuvieron las tierras hoy inundadas es la torre de la iglesia de Villanueva de las Rozas, también conocida como la "Catedral de los peces".  Se encuentra en perfecto estado de conservación desafiando el paso del tiempo y del agua y sirve de monolito que recuerda que, donde en la actualidad sólo hay agua, en otro tiempo hubo vida, sueños e ilusiones hoy sumergidas.
 
Se puede acceder a ella desde una pasarela de madera de 54 metros de longitud. Si accedemos al campanario por la escalera de caracol podemos disfrutar de una singulares vistas de la península de la Lastra.
 
 
 

 
 



Este enclave fue declarado Refugio Nacional de Aves Acuáticas en 1983, zona ZEPA en el año 2000, Lugar de importancia Comunitaria (LIC) y está incluido en la Red de Espacios Protegidos de Cantabria.
 
El impacto que la construcción del embalse es evidente tanto desde el punto de vista medioambiental como demográfico. Se ha modificado notablemente el clima de la zona y su construcción a contribuido a que esta rica comarca sufriera una gran despoblación obligada a emigrar en busca de una vida mejor. Lo realmente sangrante fue el ninguneo que sufrieron los afectados, el total incumplimiento de los acuerdos que se aprobaron para paliar el impacto de la obra para los habitantes de la zona, y desprecio hacia sus trabajos, sueños e ilusiones que quedaron para siempre sumergidos.
 
 
 
 
 

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