Jánovas es un pueblo deshabitado, no un pueblo abandonado. Sus habitantes no se marcharon voluntariamente en busca de una vida mejor. Sus tierras y sus casas les fueron expropiadas forzosamente, muchas de ellas fueron dinamitadas y sus cultivos y frutales arrancados y destruidos. Todo ello para construir un embalse que finalmente nunca se construirá. Nosotros lo visitamos en el año 2011, afortunadamente parece que la situación ha cambiado en la actualidad y se está comenzado a revertir las propiedades a sus antiguos propietarios. Sin embargo el camino no será fácil ya que Iberdrola expropió casas y ha revertido escombros, pero seguramente el tesón de sus antiguos habitantes y sus descendientes permitirá dentro de poco devolverle la vida que injustamente le fue arrebatada.
Jánovas se encuentra en la comarca oscense del Sobrarve, en el valle del río Ara, el mayor río virgen de la cordillera pirenaica, a los pies de un hermoso congosto que discurre entre montes cubiertos de arbolado. A él se accede a través de la N 260 entre las poblaciones de Ainsa y Fiscal. Para acceder al pueblo tenemos que cruzar un curioso puente colgante sobre el río Ara y seguir el camino. Al poco rato divisaremos la torre de la iglesia.
Sus orígenes se remontan al siglo XIII y sus habitantes habían vivido durante siglos de la ganadería y la agricultura, principalmente del cultivo de cereales, de productos de la huerta y frutales. Otra de las actividades que desarrollaban era la conducción de madera a través del río Ara hasta la localidad de Ainsa en la que confluía con el río Cinca. Desde el río Cinca se trasladaban hasta el Ebro y se llevaban hasta el puerto de Tortosa.
El núcleo de la población se concentraba en torno a una plaza de la que partían cinco calles. En la parte alta del pueblo se encuentra la iglesia de San Miguel, de origen románico con diversas reformas posteriores. Junto a la iglesia se encuentra el crucero y el cementerio.
Todo cambió a partir del 28 de marzo de 1951, una Orden Ministerial aprobó el "Plan de los aprovechamientos del río Ara y del Cinca, que preveía entre otros proyectos, la construcción de un embalse en el congosto de Jánovas. El proyecto suponía la inundación total de Jánovas, Lacort y Lavelilla.
El impacto sobre el valle supuso la reducción de su población de 1787 persona a 346. El proyecto afectó a los pueblos de Jánovas, Lavelilla, Lacort y a quince pueblos de La Solana de Burgasé: Burgasé, Cájol, Cámpol, Castellar, Ceresuela, Gere, Ginuábel, Giral, Muro, Puyuelo, San Felices, San Martín, Sasé, Semolué y Villamana. También en la rivera del Ara fueron parcialmente despoblados Santa Olaria, Javierre y Ligüerre de Ara.
En el año 1960 se publicó la resolución que contenía la relación de fincas y propietarios expropiados. Las leyes permitían la expropiación de propiedades privadas a favor de una empresa siempre que se declarase que la obra tuviera un interés público. En el proyecto original la intención de Iberduero era construir el embalse para la producción eléctrica aunque para lograr la declaración de interés público tuvo que incluir la previsión de trasvasar parte del agua a los Monegros para crear regadíos.
Varias familias se resistieron a abandonar Jánovas, los métodos utilizados por Iberduero para expulsarlos fueron miserables. Comenzaron a dinamitar las viviendas que ya habían sido abandonadas para amedrentar a los habitantes que se resistían a abandonar sus casas. Estas voladuras provocaban serios destrozos en las ventanas y en los tejados de las casas que todavía quedaban habitadas.
A pesar de los esfuerzos de Iberduero por cerrar la escuela para empujar a los habitantes que quedaban a abandonar el pueblo, las autoridades educativas decretaron que no se cerraría mientras quedasen niños en el pueblo. Iberduero no iba a respetar esta decisión y decidió acabar con la escuela a su manera. Derribaron la puerta, sacaron a la maestra y a los alumnos a rastras y destrozaron el edificio. La acción surtió efecto, en el año 1967 sólo quedaban habitadas tres casas en Jánovas.
A pesar de los esfuerzos de Iberduero por cerrar la escuela para empujar a los habitantes que quedaban a abandonar el pueblo, las autoridades educativas decretaron que no se cerraría mientras quedasen niños en el pueblo. Iberduero no iba a respetar esta decisión y decidió acabar con la escuela a su manera. Derribaron la puerta, sacaron a la maestra y a los alumnos a rastras y destrozaron el edificio. La acción surtió efecto, en el año 1967 sólo quedaban habitadas tres casas en Jánovas.
En el año 1969 únicamente quedaba viviendo en Jánovas un matrimonio, los Garcés-Castillo. Durante 15 años fueron sus únicos habitantes. Sufrieron todo tipo de presiones por parte de Iberduero, pero resistieron y no abandonaron Jávonas. En 1984 tuvieron finalmente que abandonar su casa, no por voluntad propia, sino obligados por la guardia civil. La democracia había llegado a España y en ese momento el PSOE gobernaba el país pero desgraciadamente parece que ese cambio nunca llegó a Jánovas. Aunque físicamente fueran expulsados, nadie podrá borrar su ejemplo de lucha por la tierra y por las raíces.
En 1.988, dentro de un acto de homenaje que se brindó al matrimonio, el cantautor y político aragonés José Antonio Labordeta se dirigió a ellos con estas palabras: "Vosotros, Francisca y Emilio, sois uno de los pocos recuerdos dignos que, a este viejo reino ya agotado, le queda como espejo para levantar la vista con dignidad y decir que todavía no está todo perdido". Grande como siempre.
Durante las siguientes dos décadas Iberduero, ya convertido en Iberdrola, se dedicó a dilatar la construcción del embalse hasta que, con la entrada en vigor de la normativa europea sobre medio ambiente, se vieron obligados a realizar un estudio de impacto ambiental en el año 2001. Para que se lograra hicieron falta muchas movilizaciones sociales, demandas judiciales y acciones ecologistas. El informe de impacto fue negativo, desestimando la construcción del embalse, sin embargo su construcción no fue oficialmente desestimada hasta 2005.
En 2008 el Ministerio de Medio Ambiente hizo pública la extinción de las concesiones de construcción abriendo con ello la posibilidad de solicitar a los antiguos propietarios la posibilidad de solicitar la reversión de sus propiedades. La ley establece la obligación de revertir la tierras expropiadas a sus propietarios originales si finalmente el proyecto por el que fueron expropiadas no puede llevarse a cabo. Los antiguos habitantes realizaron sus solicitudes de reversión pero desde la CHE se les exigió que además del precio pagado en su momento por la expropiación abonases su actualización al PCI actual. Todo ello sin tener en cuenta que en lugar de casas estaba revertiendo escombros.
En el valle medio del río Ara un empresa privada decidió hacer negocio y contó con la connivencia del estado, que le facilitó la expropiación forzosa de los terrenos, calificando la obra como de interés público. El impacto sobre el valle supuso la reducción de su población de 1787 persona a 346. Los métodos usado por la empresa concesionaria para expulsar a los habitantes fueron totalmente ilegales, tanto durante la dictadura como en periodo de democracia. El proceso final de reversión en pleno siglo XXI es simplemente grotesco. Todo para realizar un embalse que nunca llegó a existir, afortunadamente.
En la actualidad Jánovas poco a poco y con mucho esfuerzo está volviendo a la vida. Se ha reconstruido su escuela y este año se ha recogido la primera cosecha de sus tierras en muchos años. La lucha por la tierra, las raíces y la identidad cultural y etnográfica que desde hace muchos años llevan realizando los janovenses y sus descendientes, poco a poco comienza a dar sus frutos. "Con tan buenos mimbres seguro que sale buen cesto".
JÁNOVAS NO REBLA
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