El embalse de Joaquín Costa se encuentra en el sur de la comarca oscense de la Ribagorza. Represa las aguas de los ríos Ésera e Isábena. Bajo sus aguas se encuentra el pueblo de Barasona. Aunque no quedo anegado Cancer también dejo de estar habitado por su construcción en el año 1932. Sus restos se encuentran en la orilla izquierda del embalse y a la derecha del barranco del Sarrón, sobre un pico de tierra que se adentra en el embalse.
Para llegar a Cancer hay tomar la carretera Barbastro-Benabarre y tomar el desvío que lleva a Aguinaliu. Desde allí sale un pista a la izquierda que llega hasta Cancer.
Pocos son los restos que quedan hoy en día de Cancer, apenas unos pocos restos de los muros de lo que en otro tiempo fueron sus casas. El único edificio que queda en pie es la iglesia de San Miguel Arcángel construida en el siglo XII. La vegetación ha tomado totalmente la población y no se adivina el trazado de sus calles.
Tuvo ayuntamiento propio hasta el año 1834, después pasó a depender del ayuntamiento de Barasona en 1845 y en el año 1920 a Graus. Según el diccionario Madoz en 1850 contaba con 3 casas y 18 habitantes. Sus habitantes se dedicaban a la agricultura, principalmente al cultivo de vid, legumbres y frutas. También a la ganadería, principalmente ovejas.
La parroquia de San Miguel Arcángel fue edificada probablemente en el siglo XII, es de estilo románico construida en mampostería. La iglesia tiene una sola nave que acaba en un cilindro absidal. Cuenta con una capilla lateral que fue añadida en época posterior.
La portada se encuentra en el lado noroeste, sobre el se levanta un espadaña de doble ojo de la que en la actualidad solo queda uno.
El interior se encuentra totalmente arruinad, el suelo esta lleno de tejas y restos de las losas del altar principal. El ábside está cubierto por una bóveda de cuarto de esfera y la nave por una bóveda de medio cañón. En el lado izquierdo de la cabecera se encuentra una hornacina que debía hacer las funciones de sagrario.
La construcción del embalse de Juaquín Costa provoco que los habitantes de Barasona y Cancer tuvieran que abandonar sus hogares. Casi doscientas personas tuvieron que dejar sus ricas tierras de cultivo y sus hogares que acabaron sumergidos bajo las aguas. Una ermita románica construida en el siglo XII es el único vestigio que queda. Esperemos que alguna administración tome cartas en el asunto y se preocupe de su conservación. De no hacerlo desgraciadamente correrá la misma suerte que las casas de Cancer.
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