Castrejón de la Peña es una pequeña localidad situada en la montaña palentina. Se encuentra en la denominada cuenca minera palentina, cuyas principales explotaciones son de huya y antracita. El descubrimiento del carbón en esta zona se produjo en el año 1838 entre las localidades de Orbó y Barruelo. Su explotación supuso un importante impulso para la economía y la demografía de la zona y atrajo la construcción de infraestructuras como el ferrocarril de la Robla.
Castejón se encuentra en la cuenca de antracita que se extiende desde el límite de la provincia de León hasta Cervera de Pisuerga.
La actividad minera en Castrejón de la Peña comenzó en el año 1900. En los años 30 las minas pasaron a formar parte de Hulleras de San Cebrián y en 1947 fueron vendidas a la sociedad Antracitas San Claudio.
El principal pozo de explotación fue el Pedrito, abierto en 1956, llegando a tener una profundidad de 250 metros. Después de sufrir una inundación el pozo fue cerrado en 1996 manteniéndose abiertas las explotaciones a cielo abierto hasta el año 2003. En el año 1999 antracitas San Claudio pasó a ser propiedad de Unión Minera del Norte, S.A. (UMINSA).
El lavadero de Carbón se encuentra junto a la estación de la línea férrea de La Robla.
El impacto de la mineria sobre la demografía de la cuenca fue muy importante. Barruelo de Santullán pasó de tener 30 habitantes en 1837 a 8695 en 1930. En el caso de Castrejón de la Peña se pasó de 177 a mediados del siglo XIX a 1789 en la década de los cincuenta. Este incremento demográfico se vió frenado en los años setenta produciendose un retroceso que se ha visto incrementado desde la década de los noventa hasta la actualidad. En el año 2009 Catrejón de la Peña contaba únicamente con 468 habitantes.
También supuso un importante cambio económico y social. Hasta la aparición del carbón en la zona la principal actividad económica en la Montaña Palentina eran la agricultura, la ganaderia y el aprovechamiento de los recursos forestales. Cuando comenzaron a abrirse las explotaciones mineras los habitantes de la comarca comenzaron a trabajar en las minas. Se crearon también muchos puestos en industrias auxiliares relacionadas con el mantenimiento y reparación de la infraestructuras mineras.
En la década de 1950 surgió asimismo una importante proliferación de comercios y locales de ocio coincidiendo con la época dorada de la cuenca.
Las infraestructuras mineras de la cuenca se degradan en la actualidad en silencio, símbolo de una forma de vida que dio esplendor y desarrollo a la zona y testigos mudos de su ocaso.
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