Santa María en Cameros es un hermoso despoblado enclavado en la Subcomarca camerana del Camero Viejo. El desarrollo de la comarca se vertebra entorno al valle creado por el curso del Río Leza. Al este se encuentran los valles del Cidacos y del Jubera y al sur la comarca soriana de las Tierras Altas. Todas ellas tiene un elemento común, han sufrido notablemente el efecto de la despoblación.
Camero Viejo ha pasado de tener 4129 habitantes en el año 1900 a 765 en el año 2011. Afortunadamente aunque algunos de sus pueblos estén despoblados no todos han caído en el abandono y sus antiguos habitantes, sus descendientes y otras personas que aprecian el impresionante entorno que ofrece esta remota zona declarada Reserva de la Biosfera, los mantiene vivos fijando en ellos segundas residencias. De esta forma mantienen unas tradiciones y una cultura que han permanecido vivas durante siglos y que estarían irremediablemente condenadas al olvido.
A Santa María se accede desde San Román de Cameros, municipio del que depende desde su despoblación en el año 1981. Deberemos tomar una pista que parte desde el cementerio. Una vez que divisamos el pueblo debemos aparcar el coche para seguir a pie. No resulta fácil acceder y transitar por el despoblado, las casas se encuentran en estado de ruina y la vegetación ha tomado unas calles que han sido transitadas en años.
Según relata Pascual Madoz en 1848 contaba con 124 habitantes que residían en 34 casas. Su situación en el alto de una colina le confería un clima templado en invierno aunque siempre saludable. El pueblo se distribuía en dos calles que se distribuían entorno a una plaza. Contaba con una escuela en la que en esa época estudiaban 25 niños. Sus tierras estaban regadas por 3 arroyos que confluyen debajo de la población para ceder sus aguas poco después al Río San Román.
Continúa relatando Madoz que, aunque estaba asentada sobre un terreno montañoso, también contaba con parte de llanura. Estaba rodeada de espesos montes de hayas, robles, acebos y pinos, contando una dehesa próxima donde pacía el ganado, principalmente caballos y vacas.
Sus habitantes cultivaban el trigo, la cebada, el centeno y la avena, conjugándolos con otros como las patatas, las habas, los garbanzos y algunas hortalizas. También se dedicaban a la caza de perdices y liebres. Nunca tuvo desarrollo industrial salvo algún telar de paños y bayetas para el consumo de sus habitantes. Su economía era básicamente de subsistencia realizando también transacciones comerciales con los excedentes de los productos que producían.
La iglesia de Santa Maria se encuentra en el extremo sureste de la población. Es un edificio de estilo gótico contruido a prinicipios del siglo XVI. Tiene dos naves y está edificada en mamposteria y sillarejo. El coro se encontraba a los pies de la nave principal y en la actualidad se encuentra hundido.
La sacristía se encontraba en el lado sur de la nave principal y estaba cubierta por una bobeda estrellada. La puerta de entrada estaba situada en el en el lado sur y debió de estar cubierta por un arco de medio punto que ha sido saqueado.
La torre, de dos cuerpos, se alza a los pies de la nave principal y tiene cuatro vanos de medio punto. La construcción del segundo cuerpo de la torre debió realizarse a mediados del siglo XVII. Ha sido victima del espolio y su estado en la actualidad es ruinoso.
Todos los edificios de Santa María han perdido su techumbre y únicamente resisten en pie, a duras penas, algunos muros de sus casas. Desgraciadamente no ha corrido la misma suerte que Teguajantes, Luezas, Velilla y Valdeosera, poblaciones cercanas que han sido recuperadas y que de momento se resisten a sumirse en el abandono.
Viendo su estado actual difícil parece que pueda revertirse, triste destino para tan hermoso lugar. Su desarrollo estuvo íntimamente ligado a la trashumancia, desaparecida esta, el ultimo viaje en busca de nuevos pastos lo hicieron sus habitantes, para no regresar.
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