domingo, 8 de enero de 2017

JUNEZ.

 

En la parte este de las comarca de las Cinco Villas, en el norte de la provincia de Zaragoza, se encuentra enclavado el despoblado de Junez. Está situado sobre un promontorio rocoso a 550 metros de altitud a orillas del río Junez, del cual obtenían sus habitantes agua para abastecerse.
 
A el se accede por un camino que parte desde Luna, una vez superado el molino y la ermita de la Virgen de la Misericordia, tomaremos una pista asfaltada que lleva al Castillo de Obano. Proseguimos el camino y al llegar al barranco de Júnez la pista se divide en dos y deberemos seguir la que parte por la derecha.
 

 
 
 
 
 


  

A pesar de encontrarse despoblado destaca por la solidez y el tamaño de sus edificios, construidos principalmente en piedra, alguno de ellos con tres alturas. Su nombre tiene origen árabe por lo que debía estar ya habitado antes de que el en el siglo X se produjera la reconquista cristiana.
 
Según relata Madoz en su diccionario estadístico de 1845 contaba con 14 casas y 57 vecinos. Sus habitantes de dedicaban a la agricultura, trigo y cebada principalmente y a la cría de ovejas y cabras.
 
Su principal edificación era una importante casa solariega denominada casa El Rey y pertenecía a una importante familia que tenía numerosas tierras en la zona. Desafortunadamente en la actualidad se encuentra totalmente derruida. Un libro escrito en 1922 por Eusebio Auría Tenías, titulado "El rey de Junez",  cuenta la historia de una familia que llega Junez procedente de Centroamérica con un tesoro que les había regalado un jefe indio y lo escondió en el pueblo.


 
 



 
 

Llegó a tener escuela propia con maestra residente. Hasta los años cuarenta también contó con un cura propio. Después solo se oficiaban en su iglesia bodas, bautizos o celebraciones festivas para las cuales se desplazaba hasta Junez el sacerdote de Luna. 
 
El último habitante de Junez cerró su casa en 1973, la duras condiciones de vida, la falta de servicios basicos y la prohibición de criar cabras para proteger el monte provocó que sus últimos habitantes se vieran forzados a marcharse para buscar un medio de vida en otro lugar.
 
 

 





Afortunadamente a diferencia de otros despoblados, Junez todavía conserva edificaciones mantienen todavía sus tejados y que pueden ser rehabilitadas. Este hecho mantiene la esperanza de que este hermoso rincón de las Cinco Villas pueda volver a tener vida. Mientras tanto viento seguirá siendo el único sonido que escucharemos mientras recorremos sus calles.

 


 

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