jueves, 26 de enero de 2017

LAPENILLA.


En los límites de las  comarcas de la Ribagorza y el Sobrarse, en pleno prepirineo oscense, sobre un terreno escabroso surcado por profundos barrancos que vierten sus aguas en el Cinca remansado en el embalse del Grado, se encuentra el despoblado de Lapenilla.
 
Su termino municipal se encuentra dentro de la subcomarca de la Fueva Baja, seriamente afectada por la despoblación producida por la expropación forzosa de los terrenos de varios de sus núcleos de población para la construcción del embalse del Grado, como Clamosa, Puy de Cinca, Ligüerre de Cinca, Mipanas, Secastilla y Abizanda.
 
Estos pueblos no corrieron la misma suerte que Pano, que debido al empeño y el esfuerzo de un arquitecto suizo que fijó allí su residencia, poco a poco va volviendo a la vida. Podéis ver su historia en la entrada que le dedicamos en el blog.

Desgraciadamente sus habitantes tuvieron que marcharse y la despreocupación de las administraciones por dotar de infraestructuras adecuadas a esta zona rural del territorio oscense no ha permito recuperarlos a pesar de que en el caso de Clamosa y Lapenilla se haya cedido su propiedad a un sindicato agrario aragones.
 






Para acceder a Lapenilla hay que tomar la HU-V-6441. Una vez pasado el pueblo de Panillo a unos 3 km cogeremos un desvío a mano izquierda y tomaremos una pista asfaltada que lleva a Aldea de Puy de Cinca y que en 6 km llega al despoblado.
 
Las primeras referencias que encontramos de Lapenilla se remontan al año 1087. Su origen fue un asentamiento militar fortificado a cuyo abrigo se fue expandiendo el núcleo de población. Su desarrollo estuvo ligado a la familia Mur, como atestiguan los restos del palacio del señor de Lapenilla, edificado en el siglo XVI y cuyos restos continúan siendo suedificio mas representativo. En el año 1646 contaba con 8 casas y en siglo XIX con 11 casas y 82 habitantes.
 
A partir del los años 40 Lapenilla comienza a despoblarse, los hijos menores de las familias tiene que abandonar el pueblo para buscar sustento y unicamente permanecen los primogénitos, que como herederos pueden seguir subsistiendo de las actividades agrícolas y ganaderas.
 







Los habitantes de Lapenilla se dedicaban a la agricultura, el cultivo del olivo estaba ampliamente extendido ya que la orografía del terreno obligaba a organizar los cultivos en bancales y este cultivo produce un menor desgaste del manto y una mayor sujeción de la tierra. El desarrollo de este cultivo motivó que contase con un molino para la producción de aceite que funcionó hasta los años 50.También producían cereales principalmente trigo, centeno, cebada, avena, mijo y escaña. La vid también se cultivaba principalmente de variedad garnacha para la producción de vino dedicado y autoconsumo.

También se dedicaban a la ganadería principalmente caprino y bobino y también de animales dedicados a realizar labores del campo y de transporte como bueyes y burros. La cria de aves como gallinas y conejos completaba la actividad ganadera.

La caza principalmente liebres, perdices y jabalíes y la pesca de barbos y truchas, completaban las fuentes de alimento de sus habitantes.








La iglesia de Lapenilla está dedicada a la advocación de San Julián y tiene planta rectangular con el coro a los pies y una capilla a cada lado. La bóveda del crucero y de las capillas es de lunetos. El púlpito se encuentra en el lado del evangelio. El interiro esta pintado pintado en tonos ocres, anaranjados y rojos. La torre es de dos cuerpos y esta totalmente arruinada en su interior. 
 
Junto a la torre protegido por una verja se encuentra el cementerio. Contaba también con una ermita dedicada  a la advocación de San Hipólito, con planta rectangular y bóveda de caño y puerta orientada al oeste. Su última función fue servir de almacén de ganado.
 
 





 
 
La construcción del embalse trajo consigo la despoblación total del municipio. Aunque las aguas no llegaron a inundar sus casas, sus mejores tierras de labor quedaron inundadas y sus habitantes tuvieron que emigrar.

Sus casas comenzaron a derrumbarse y solo los restos de sus muros recuerdan que en este hermoso lugar estuvo habitado durante muchos siglos. La naturaleza y el silencio son hoy en día los únicos habitantes de esta hermosa parte de la Fueva. 
 



 

 

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