En la otra hora conocida como Tierra de Enciso a escasos 5 km de esta población, hoy enclavada en la riojana Comarca de Arnedo, entre dos barrancos formados por los arroyos La Rode y Collado Medal, se encuentra el despoblado de La Escurquilla.
A él accedimos tomando la SO_615 que una vez superado Yanguas y tras adentrarse en La Rioja, pasa a denominarse LR-115. Una vez superado el despoblado de Las Ruedas de Enciso, al cual hemos dedicado otra entrada en el blog, en una curva pronunciada que hay justo antes de entrar a Enciso, tomaremos una pista asfaltada que lleva a una cantera. Al poco de tomar la pista divisamos el despoblado.
Si queremos acceder desde Arnedillo tendremos que cruzar Enciso hasta llegar a la curva desde la que parte la pista que nos lleva a la Escurquilla.
Esta hermosa parte de la rioja baja se vertebra entorno al curso del río Cidacos, que tras nacer en el puerto de Oncala, en la soriana comarca de Tierras Altas y tras atravesar Villar del Río y Yanguas, se adentra en tierras riojanas para desembocar 77 km después en el Ebro a la altura de Calahorra.
La zona del alto Cidacos ha sufrido, como la comarca de Tierras altas que ha perdido mas de 10.000 habitantes entre la década de los 40 y los 80, duramente en sus carnes el fenómeno de la despoblación.
Si bien Arnedo ha tenido un notable desarrollo especialmente a partir de la década de los 70, principalmente debido a la pujante industria del calzado, el resto de poblaciones de la comarca ha visto como se reducía notablemente su población perdiendo hasta el 50% de la misma municipios como Munilla, Enciso, Cornago o Grávalos y despoblándose totalmente en el caso de Valdevigas, Garranzo, Las Ruedas de Enciaso, Antoñazas, La Monjía, La Santa, Peroblasco y Ribalmanguillo entre otros.
Las viviendas se disponen en varios niveles sobre la ladera de la colina. Algunas son de pequeñas dimensiones pero otras cuentan con tres y cuatro alturas. Aunque algunas permanecen todavía en aceptable estado y muchos de sus muros todavía resisten el paso del tiempo y el abandono, las casas mas cercanas al camino se encuentran prácticamente en ruina y han perdido sus tejados.
El trazado de las calles se ha ido perdiendo poco a poco, ocupado lenta pero inexorablemente por la maleza, aunque aún se puede transitar sin mayores problemas por el interior del pueblo.
Llegó a contar con mas de 20 casas y 80 vecinos en sus tiempos de máximo esplendor. Sus habitantes se dedicaban a la agricultura a la agricultura principalmente cultivos de secano como el trigo, cebada, avena y productos de la huerta. De la actividad ganadera destaca la cría de ovejas, cuyos corderos bajaban a vender a Enciso.
Sus habitantes también trabajaban en las industrias textiles que había en la zona principalmente dedicadas a la confección de paños y mantas, hoy desgraciadamente desaparecidas. Llegó a contar con luz eléctrica que se producía en el Molino Gil, en la hoy tristemente desaparecida Las Ruedas de Enciso.
Sus habitantes fueron emigrando lentamente principalmente hacia Enciso, donde había mejores infraestructuras y servicios hasta quedar finalmente despoblado en el año 1963.
La iglesia de la Escurquilla está dedicada a la advocación de Santa Ana. Es de estilo barroco y data del siglo XVII y XVIII. Esta construida en mampostería y sillarejo, con cabecera cuadrada y nave de tres tramos.
La entrada se encuentra en el lado sur y accedemos al cenobio a través de una puerta con arco de medio punto que se entraba sobre un pórtico hoy desaparecido. La sacristía se encuentra tras la cabecera y a sus pies está el coro alto y sobre el muro se alza la espadaña con un cuerpo de dos vanos de medio punto. La cubierta es de bóveda de lunetos, sujeta por arcos fajones de medio punto.
En la actulidad se encuentra en estado de ruina, el primer tramo de la bóveda y la sacristía están hundidas. Afortunadamente el ganado no ha sido utilizado como almacén de ganado y su interior no acumula kilos de excrementos como sucede en los templos de otros despoblados. A pesar de ello el suelo del templo no se libra del deterioro y está lleno de escombros.
En su interior destacan sus pinturas, que a pesar de haberse visto afectadas por el deterioro del edificio, al menos no han sufrido el arte de los grafiteros.
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