La comarca leonesa del Bierzo es conocida, en lo que a minería se refiere, por su importancia en la producción de Carbón. Pero no sólo se extrajo carbón en el Bierzo, la extracción del wolframio, volframio o wólfram, también llamado tungsteno, también fue una importante actividad económica. Una de las minas más importante dedicada a esta actividad se encuentra en la Peña de Seo en cuyo entorno se construyó un poblado para albergar a los trabajadores de la mina.
La Peña do Seo tiene una altura de 1576 metros y se encuentra cerca de Villafranca del Bierzo. Para acceder al poblado minero deberemos tomar desde esta localidad la LE-5220 hasta la localidad de Corullon para, desde allí, tomar la LE-5323 hasta la localidad de Cadafresnas. Desde esta última tomaremos una pista solo apta para vehículos 4x4 que tras cuatro kilometros de hermoso paisaje de montaña nos lleva hasta el poblado minero. Parte del camino se puede hacer con cualquier vehículo, pero la estrechez de la pista y la falta de zonas para poder aparcar en el camino hace que sea poco aconsejable recorrerla con un vehículo convencional.
El wolframio tuvo gran importancia durante la Segunda Guerra Mundial debido a su aplicación para el blindage de vehiculos belícos y el revestimiento del armamento. El principal productor de este metal en esa época era China. La invasión nazi de la URSS en el año 1941 cortó la prinicpal ruta de comercio entre Asia y Europa quedando en España y Portugal las pricipales reservas del mineral que eran accesibles para Alemania. Se desarrolló una industria destinada a la extracción del mineral en los ricos yacimientos de Galicia, Cáceres o Castilla y Léon. En este ámbito surge la explotación de Peña do Seo.
Se calcula que oficilamente esta actividad dio empleo a 20.000 personas aunque, con toda seguridad, su número fue muy superior ya que se utilizaba mano de obra clandestina y prisioneros de guerra que conmutaban la pena de muerte por el trabajo en las minas. Tal era el valor del Wolframio que las explotaciones estaban custodiadas por la Guarcia Civil y el ejército y llegaron a formarse cuadrillas que se hacían con él asaltado los caminos cuando era transportado.
La importancia de wolframio tuvo un repunte con la Guerra de Corea de 1948 y 1952. A su amparo surgió el poblado minero de Peña do Seo. La explotación trajo notable riqueza a Villafranca del Bierzo, Toral de los Vados y Ponferrada que vieron como se instalaba en sus términos municipales empresas, cafés, restaurantes y fondas que propiciaron su desarrollo. La explotación atrajo a todo tipo de personas que veían una interesante forma de ganar importantes sumas de dinero en una época de carestía como fue la posguerra. También desarrolló una importante actividad de bandidage y extraperlo.
El poblado de Peña do Seo comenzó a construirse en el año 1952 y comenzó a habitarse en el año 1053. Era un poblado construido solidamente en piedra y tenía unas comodidades muy superiores a otros poblados mineros. Las casas contaban con luz eléctrica, agua caliente y calefacción central, lujos poco extendidos en la época. Estaba formado por 41 viviendas familiares de 60 metros cuadrados para familas que contaban con dos habitaciones, un baño, una cocina, un salón y una despensa.
La mina llegó a contar con 300 trabajadores. Aproximadamente a un kilómetro y medio de la mina se encuentra el lavadero y a tres kilómetros las bocaminas. Durante la primera época la explotación fue un tanto anárquica y su destinatario fue principalmente la alemania nazi. Legaron a pagarse entonces hasta 285.000 pesetas por tonelada. En la década de los 50 el trabajo se realizó de forma organizada y llegaban a extraerse hasta 6 toneladas mensuales de wólfram. El trabajo en la mina era muy duro, muchos trabajadores enfermaron de psilicosis y los frecuentes accidentes laborales eran muy a menudo mortales.
La mina cerró finalmente en el año 1958, a pesar de utilizarse también para la fabricación de bombillas y piedas industriales, el final de la Guerra de Corea hizo caer notablemente la demanda y finalmente se abandonó su explotación.
A pesar del cierre de la mina en el año 58 el poblado siguió estando habitado hasta el año 74. En él continuó habitando el guardián de la mina junto a su familia, encargándose del buen mantenimiento de las instalaciones.
Cuando abandonó el poblado, se produjo el expolio y con el paso del tiempo el derrumbe progresivo. Sus fuertes y solidos muros de piedra han sucumbido debido a la falta de mantenimiento y los rigores del clima de esta hermona zona montañosa.
Hoy las intalaciones se encuentran en estado de ruina total, apenas podemos visitar restos de muros tomados por la naturaleza. Sin embargo la gran belleza del lugar y la posibilidad de recrear en nuestra imaginación aquellos tiempos en los que sus muros acogieron una frenetica actividad y crearon un peculiar microcosmos que, de ninguna otra manera se habría producido en esta recóndita y hermosa zona, hacen necesaria su visita.
Muy interesante. En cierta manera me recuerda a la explotación de Las Médulas y lo que supuso en su época.
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